Cuenta una historia que un matrimonio decidió hacer un paseo, al llegar a la playa María preguntó a José en qué lugar había puesto el bloqueador solar, pues ella en casa había insistido cuán importante era llevarlo al viaje.
José respondió: Lo olvidé en la puerta de casa mientras cargaba más cosas en el auto…
María se puso furiosa pues su piel es muy blanca y eso implicaba que no podía exponerse al sol, discutió con su esposo y le recordó cuantas veces le pidió ese simple favor, ella estaba indignada, furiosa y decepcionada por el despiste de su conyugue al punto que le gritó ofendiéndole gravemente.
José ofendido se agachó y con una pequeña rama escribió en la arena “Hoy María mi amada esposa me ha insultado” ella lo miró, pero era tal su furor que no dijo nada.
Entretenidos en el problema una ola vino y arrastró sus cosas, José corrió a salvarlas, pero no pudo con la corriente de resaca, María gran nadadora, sin pensarlo dos veces se lanzó al agua y salvó a su esposo de morir ahogado.
Al recuperarse José tomó un desatornillador del auto y escribió en una gran roca “Hoy María mi amada esposa me ha salvado la vida”
Intrigada María preguntó ¿Por qué al insultarte escribiste en la arena y ahora escribes en una roca?
A lo cual José respondió: Cuando alguien nos ofende debemos escribir en la arena para que las olas del olvido y el perdón se encarguen de borrarla y olvidarla. En cambio, cuando alguien nos ayuda es algo grandioso y es preciso grabarlo en la roca de la memoria y el corazón, donde ninguna ola, tormenta o fenómeno podrá borrarlo nunca.
Proteger la familia es como escribir en la roca, es la decisión más determinante de la vida ya que si no protegemos uno de los más hermosos dones que Dios nos ha dado nos exponemos a perderla.
La familia como fundamento de la sociedad y primera comunidad natural es a su vez Iglesia doméstica, el ser humano por naturaleza está impulsado a convivir y es precisamente en esta cercanía que desarrolla su dignidad y su libertad con un lenguaje llamado el amor.
El hecho de que la familia es un regalo de Dios puede evidenciarse desde el Génesis, cuando el Creador dice: «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne» (Gen 2,24). En palabras de Jesús la sagrada unión de los esposos queda patente cuando declara «¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, ¿y los dos se harán una sola carne?" (Mt 19, 4-5)
El Papa Pablo VI nos recuerda en la Encíclica Humanae Vite el verdadero sentido de la familia:
“El matrimonio no es, por tanto, efecto de la casualidad o producto de la evolución de fuerzas naturales inconscientes; es una sabia institución del Creador para realizar en la humanidad su designio de amor. Los esposos, mediante su recíproca donación personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus seres en orden a un mutuo perfeccionamiento personal, para colaborar con Dios en la generación y en la educación de nuevas vidas. En los bautizados el matrimonio reviste, además, la dignidad de signo sacramental de la gracia, en cuanto representa la unión de Cristo y de la Iglesia” (HV #8)
Podemos afirmar por tanto que la familia es un reflejo de ese amor plenamente humano, sensible y espiritual al mismo tiempo, destinado a mantenerse y a crecer mediante las alegrías y los dolores de la vida cotidiana, de forma que los esposos se conviertan en un solo corazón y en una sola alma y juntos alcancen su perfección humana.
Entendido el origen de la familia en el amor de los esposos, comprendemos por que se dicen mutuamente: “Me entrego a ti y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida” (Rito del matrimonio)
La filiación conyugal no exime a la familia de problemas, amenazas y riesgos. Es por esto que conviene proteger la familia desde su concepción en el matrimonio para lo cual quiero compartir algunas pautas a seguir en ese cuidado:
1. Es necesario una adecuada preparación de los novios para el matrimonio que contenga no solo los principios doctrinales sino las orientaciones que un equipo experimentado pueda aportar en la catequesis prematrimonial.
2. Los esposos requieren acompañamiento, como aprendices los recién casados deben buscar el apoyo de consejeros debidamente preparados para prestar ayuda en los primeros años de la unión.
3. La apertura a la vida es comprendida como esa decisión de los cónyuges de tener hijos, criarlos de forma adecuada y acompañarlos en el camino a su realización personal, espiritual y familiar.
Una realidad inevitable son los problemas y las múltiples vicisitudes de la vida que ponen a prueba la sostenibilidad de la vida conyugal y familiar, es la presencia del dolor, del mal, de la violencia que rompen la vida de la familia y su íntima comunión de vida y de amor.
En la Sagrada Escritura Dios nos muestra a familias que están en crisis o en medio de algún dolor (Adán y Eva con sus hijos Caín y Abel, las diferentes problemáticas de las familias de los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob, David y su adulterio con Betsabé, entre otras muchas) mostrándoles a todos la meta del camino (la vida eterna), cuando Dios «enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor» (Ap 21,4).
Resplandece la vida eterna como ese objetivo por encima del dolor humano, pero también el Padre amoroso alienta a las familias a perseverar frente al individualismo que desvirtúa los vínculos familiares y acaba por considerar a cada componente de la familia como una isla, esa famosa escena de la familia que almuerza estando cada uno en una habitación distinta embobados frente a una pantalla o peor aun cuando estando todos en la misma mesa pero distantes pues cada uno medita sus prioridades, a esto le llamamos desintegración familiar. Ciertamente los esposos pueden vivir un verdadero divorcio emocional pese a dormir en la misma cama, siendo sus hijos testigos de esta ruptura, sazonada por un silencio que mata.
Otro enemigo que asecha la familia es el descalabro moral de una sociedad que apuesta a una libertad sin responsabilidad, una actitud centrada en el placer y lo pasajero, donde se erigen ídolos en la cultura del erotismo, el dinero fácil y la fama de aquel que consume drogas e invita a los jóvenes a caminar como un rebaño sin criterio, capaz de asombrarse por una bacteria encontrada en Marte pero que es insensible ante la muerte de millones en el genocidio abortista.
Cuando Dios envió a su Hijo al mundo lo hizo en el seno de una familia, porque a falta de la misma, se crea en la persona que viene al mundo una carencia preocupante y dolorosa que pesará posteriormente durante toda la vida. Jesús fue acogido con amor por María la virgen que dijo sí a Dios y José el hombre justo que comprendió el lenguaje de Dios en sus sueños. La familia es la comunidad fundamental sobre la cual se apoyó nuestro Señor Jesús, siendo un niño frágil halló cobijo en el pesebre, en la humildad de un matrimonio sustentado por un carpintero y una joven madre.
“Qué indispensable es el testimonio de todas las familias que viven cada día su vocación; cuán urgente es una gran oración de las familias, que aumente y abarque el mundo entero, y en la cual se exprese una acción de gracias por el amor en la verdad, por la «efusión de la gracia del Espíritu Santo», por la presencia de Cristo entre padres e hijos: Cristo, redentor y esposo, que «nos amó hasta el extremo» (cf. Jn 13, 1). Estamos plenamente persuadidos de que este amor es más grande que todo (cf. 1 Co 13, 13); y creemos que es capaz de superar victoriosamente todo lo que no sea amor” (Carta a las Familias San Juan Pablo II, 1994)
El Magisterio de la Iglesia ha nutrido de abundantes recursos a los que buscamos el bien de las familias e insiste en la “urgente necesidad de la oración” para tiempos de calamidad no hay espacio para la queja, la decepción y la renuncia. La familia orante es el bastión desde el cual se tejen los milagros, clamar a Dios con fe y esperanza es una forma de proteger a la familia del desánimo, la amargura y la depresión.
En la vida de San Juan Bosco miramos un ejemplo de gran valor para las familias que sufren, dice que después de quedar viuda su madre muchas veces alimentó a la familia mientras tuvo con qué hacerlo. Después entregó una cantidad de dinero a un vecino, llamado Bernardo Cavallo para que fuese en busca de comestibles. Rondó éste por varios mercados, más nada pudo encontrar ni a precios abusivos. Volvió al cabo de dos días, hacia el anochecer. Todos le esperaban, pero cuando dijo que volvía con el dinero en el bolsillo y que no traía nada, el miedo se apoderó de todos, ya que, dado el escaso alimento que habían tomado aquel día, eran de temer las funestas consecuencias del hambre para aquella noche. Mi madre, sin apurarse, pidió prestado a los vecinos algo que comer, pero ninguno pudo ayudarla.
-Mi marido -añadió entonces- me dijo antes de morir que tuviera confianza en Dios. Venid, hijitos míos, pongámonos de rodillas y recemos.
Tras una corta plegaria, se levantó y dijo:
-Para casos extraordinarios, medios extraordinarios.
Fue entonces a la cuadra, en compañía del señor Cavallo, mató un becerro y haciendo cocer una parte a toda prisa, logró aplacar el hambre de la extenuada familia. Días más tarde pudo proveerse de cereales, traídos de muy lejos, a precios enormes. (Memorias para el Oratorio, San Juan Bosco)
Las familias no estarán exentas de los problemas, sin embargo, debemos recordar que no estamos solos, el mismo Dios que liberó a su pueblo de la cautividad en Egipto es capaz de romper las cadenas que atan a las familias en la actualidad.
La esperanza es recibir al Dios verdadero y conocerlo, en la Carta a los Efesios: antes del encuentro con Cristo, los Efesios estaban sin esperanza, porque estaban en el mundo «sin Dios». No fue sino hasta su conversión auténtica que comprendieron la esperanza, nosotros que hemos vivido en un contexto con Dios y buscamos relacionarnos con Él corremos el riesgo de acostumbrarnos a oír su Palabra, sin aplicarla a la vida, es imperativo escuchar a Dios en la Sagrada Escritura, su Revelación es camino de salvación y sustento de la esperanza aun en medio de la tribulación.
“La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre” (Encíclica Spe Salvis # 38, Papa Benedicto XVI, 2007) Porque es mediante la fe que podemos mirar al Señor en medio de las dificultades como lo dijo a Josué «¿No te lo he ordenado yo? ¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas». (Jos 1,9) Es en todo lugar y momento, eso incluye el hoy, la pandemia, la dificultad económica y los demás problemas que salen a nuestro paso, «Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio» (Tim 1,7) Ánimo, aunque se estrechen los caminos Dios hará milagros, cree y ten fe “En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo». (Jn 16,33b)
La más grande de las victorias fue escrita con sangre en la cruz del calvario, y por ella somos salvos, Jesús ha resucitado victorioso, ha vencido a la muerte y las familias pese a estar a prueba son el reflejo de Dios, que es familia Padre, Hijo y Espíritu Santo. No estamos solos y la mejor manera de proteger la familia es depositándola en las manos de Dios, confiando en Él y viviendo conforme a sus enseñanzas.
Llega la gran hora de la Iglesia, de las familias, de los esposos y para toda la humanidad es tiempo de fe y esperanza, unamos nuestras oraciones por las familias y confiemos en la ayuda de Dios.
Introducción: Sería genial que nuestra pareja viniera acompañada de un manual de instrucciones, donde descubramos la mejor manera de hacerles felices, mantenerlas enamoradas por siempre de nosotros, ser para ellas la respuesta a todas sus oraciones, conocer su anatomía, psicología, fobias, miedos, deseos y un sin número de elementos que desconocemos de su naturaleza, espiritualidad y mentalidad.
Hablando de ese manual…No se ilusione ese manual no existe… y por eso estamos aquí, en definitiva, aunque algunos nos preciamos de conocer a nuestras parejas, es más lo que desconocemos de ellas que lo que verdaderamente conocemos.
Por estas razones decimos con frecuencia que el “amor duele” ¿Quién no ha sufrido alguna vez por estar con la persona equivocada, por sentir un bajón en el deseo o simplemente por la caricia que nunca llegó?
No hay nada más hipersensible que el amor, nada más arrebatador, nada más vital.
San Pablo un hombre casto o célibe escribió lo siguiente respecto al amor:
Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero gloriarme, si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo.
No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo.
El amor nunca pasará. 1Cor 13, 3-8a
Hablando de amor podemos afirmar que es una experiencia afectiva conformada por un conjunto de variables que se entremezclan de forma compleja. Sentir el amor es más fácil que explicarlo, pero cuidado con caer en los sentimentalismos, puede ser una actitud peligrosa e ingenua.
El amor es una experiencia racional que nos enviste cuando el deseo se impone al pensamiento o la realidad.
Primeramente, definamos el amor para encontrar sentido a esta tarea.
¿Qué es para usted el amor?
El amor no es solo pasión, ternura, amistad, erotismo, apego, enamoramiento, simpatía, afecto, compasión, deseo y expresiones utilizadas para definirlo.
Según el pensamiento griego el amor se puede entender mejor desde sus tres diferentes dimensiones, eros, phília y ágape.
Eros
Es deseo sexual, enamoramiento, amor pasional. Lo más importante es el YO que anhela, que apetece, que exige.
Pero esta dimensión puede ser egoísta en el amor:
"Te quiero poseer". "Quiero que seas mía", "Te quiero para mí",
Eros puede ser el causante de mucho placer, pero también de mucho dolor si no se controla.
Es el amor que duele, el que se relaciona con la locura y la incapacidad de controlarse.
No podemos prescindir de eros, el deseo es energía vital en cualquier relación. Es la respuesta al instinto natural de procreación es un don divino si se vive en las circunstancias adecuadas y con la persona adecuada.
El eros bien llevado no sólo evoluciona hacia la philia de pareja (amistad con deseo), sino que también suele manifestarse de manera amable como dos personas que se encuentran, se comparten y se disfrutan mientras hacen y deshacen el amor.
Eros no alcanza por sí mismo a configurar un amor completo, porque siempre vive en la carencia, siempre le falta algo.
A este respecto conviene identificar qué significa el acto sexual en la pareja:
1. Da plenitud a su femineidad o masculinidad, fortalece la imagen de sí mismo, toda persona gusta sentirse deseada por su conyugue, ninguna persona es feliz sintiéndose fracasada en la alcoba o usada como un objeto de placer.
2. La seguridad de sentirse amado por su pareja le permite disfrutar de su compañía con un amor romántico y latente con detalles y consideraciones.
3. Le permite satisfacer su instinto sexual.
4. Relaja el sistema nervioso y permite la liberación del estrés de forma satisfactoria y natural.
5. La experiencia cumbre o clímax acrecienta su satisfacción personal y hace de la relación un acto de disfrute mutuo.
Esta sana vivencia de la experiencia sexual conducirá a una armonía mental y emocional de la pareja que se reafirma con cada acto conyugal.
Nuevamente San Pablo nos dice:
No se nieguen ese derecho el uno al otro, a no ser que lo decidan juntos, y por cierto tiempo, con el fin de dedicarse más a la oración. Después vuelvan a estar juntos, no sea que caigan en las trampas de Satanás por no saberse dominar. 1 Cor 7,5
Philia
Es la amistad, en nuestro caso "amistad de pareja", el llamado "amor conyugal" o la amistad marital.
La philia trasciende el YO para integrar al otro como sujeto: YO y TÚ,. A pesar del avance, en philia, la benevolencia no es total porque la amistad todavía es una forma de amarse a sí mismo a través de los amigos. La emoción central no es el placer como deseo acaparador, sino la alegría de los que comparten: la reciprocidad, pasada bien, estar tranquilos.
Mientras eros decae y resucita de tanto en tanto, philia se profundiza con los años, si todo va bien.
Philia es indispensable en la construcción de sueños compartidos, tareas diarias y solidaria asistencia cuando se requiere un hombro para llorar o una mano para salir adelante.
Pero de ninguna manera philia excluye a eros: lo serena y lo regula.
En las relaciones más o menos estables hacemos más uso de philia que de eros, pero ambos son indispensables para conformar un vínculo estable.
Así deben también los maridos amar a sus esposas como aman a sus propios cuerpos: amar a la esposa es amarse a sí mismo. 29 Y nadie aborrece su cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida. Ef 5,28a
Ágape
Es el amor desinteresado, la ternura, la delicadeza, la no violencia. No es el YO erótico que arrasa con todo, ni el YO Y TÚ del amor amistoso, sino el amor: de entrega: el TÚ puro y descarnado.
Es la dimensión más limpia del amor, es la benevolencia sin contaminaciones egoístas.
La dimensión del amor Ágape puede compararse al amor de Jesús que lo da todo sin pedir nada a cambio, que se sacrifica y no siente egoísmos.
Atención
Debemos estar atentos ante una posible alteración afectiva por ejemplo cuando sentimos que no somos deseados o que ya no deseamos a nuestra pareja, o cuando el aburrimiento se hace cada vez más patente y la alegría es escasa, y cuando las faltas de respeto y el egoísmo comienzan a hacerse frecuentes o de cualquier combinación de ellos que resulte.
¡Cuidado! Estamos a las puertas de un amor disfuncional.
Algunas personas intentan resignarse a un amor inconcluso, pero tarde o temprano, el déficit termina por alterar la relación y la tranquilidad personal ¿Amor de pareja sin deseo?: lo dudo, o entonces es otra cosa.
¿Convivir con el enemigo?: insostenible
¿Despreocuparse por el bienestar de la persona amada?: demasiado cruel.
Insisto: sólo en la presencia activa e interrelacionada del deseo, la amistad y la compasión, el amor se realiza.
El amor incompleto duele y enferma.
No es posible configurar un amor Frankenstein y creer que seremos felices.
Cuanto más disgregados estén los componentes del amor, mayor será la sensación de vacío y desamor.
La vaciedad y la frustración conducen al pecado, nunca olvides que con la ayuda de Dios puedes salir adelante:
"En cualquier cosa que hagas, tenlo presente: él aplanará tus caminos. No te creas el más sabio: ten el temor de Yahvé y mantente alejado del mal. Eso será un remedio para tu cuerpo, y allí encontrarás el vigor." Prov. 3, 6-8
Conclusión
La belleza del amor conyugal es una experiencia que todos debemos anhelar y proteger a diario, no renuncie a ser feliz con su pareja, hay días malos y eso todos lo sabemos, pero hay un Dios que vela por nosotros.
“Pero Dios es fiel y no permitirá que sean tentados por encima de sus fuerzas. En el momento de la tentación les dará fuerza para superarla”. 1 Cor 10, 13b
Ahora nos corresponde asumir un compromiso ante Dios, nosotros mismos y nuestras parejas, esa es la alianza de amor.
Un sabio maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que se declaraban en contra del matrimonio. Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando éste se apaga en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio.
El maestro les escuchó con atención y después les relató un testimonio personal:
Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno cuando sufrió un infarto y cayó. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, condujo hasta el hospital mientras su corazón se despedazaba en profunda agonía. Cuando llegó, por desgracia, ella ya había fallecido.
Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida. Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas. Él pidió a mi hermano teólogo que dijera algunas reflexiones sobre la muerte y la eternidad. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte. Mi padre escuchaba con gran atención. De pronto pidió que lo llevasen al cementerio.
"Papá" respondimos "¡Son las 11 de la noche! ¡No podemos ir al cementerio ahora!" Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo:
- "No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años".
Se produjo un momento de respetuoso silencio. No discutimos más. Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador y, con una linterna llegamos a la lápida. Mi padre la acarició, oró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena conmovidos:
- "Fueron 55 buenos años...¿saben?, Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así".
Hizo una pausa, se limpió la cara y continuó:
- "Ella y yo estuvimos juntos en todo. Alegrías y penas. Cuando nacieron ustedes, cuando me echaron de mi trabajo, cuando ustedes enfermaban. Siempre estuvimos juntos. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de muchos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos y perdonamos nuestras faltas... hijos, ahora se ha ido y estoy contento, ¿saben por que?, porque se fue antes que yo, no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida. Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto que no me hubiera gustado que sufriera".
Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de lágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló:
- "Todo está bien hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día". Esa noche entendí lo que es el verdadero amor. Dista mucho del romanticismo y no tiene que ver con el erotismo. Más bien es una comunión de corazones que es posible porque somos imagen de Dios. Es una alianza que va mucho más allá de los sentidos y es capaz de sufrir y negarse cualquier cosa por el otro".
Cuando el maestro terminó de hablar, los jóvenes universitarios no pudieron debatirle. Ese tipo de amor les superaba en grande. Pero, aunque no tuviesen la valentía de aceptarlo de inmediato, podían presentir que estaban ante el amor verdadero. El maestro les había dado la lección más importante de sus vidas.
Anónimo.
Dios creó al hombre por amor y para el amor. El amor por tanto es la vocación fundamental y original de todo hombre. El amor humano también abarca al alma, porque el hombre está llamado al amor en su totalidad: en el cuerpo y en el alma. El amor humano es una donación exclusiva y permanente de los esposos, con los actos propios y exclusivos de ellos. Ese amor también alcanza al núcleo íntimo, espiritual de la persona, y no constituye simplemente una manifestación biológica como sería el caso de los animales.
Es de resaltar que también existen personas que alcanzan la plenitud del amor desde su castidad y el celibato, cuando se donan a los otros de la misma forma en que Cristo se donó a la humanidad, muchas son las vocaciones que Dios suscita para la realización y la plena vivencia del amor, siempre de conformidad a la vivencia del evangelio.
La donación total de un hombre y una mujer que se aman alcanza la plenitud en el matrimonio. Allí se dan las condiciones de estabilidad necesarias para la procreación y educación de los hijos y para el crecimiento y despliegue del amor de los esposos. Al referirnos al amor conyugal entendemos que sólo se puede realizar en la unión estable y permanente del hombre y la mujer. Pero caben otras formas de amor humano, como la fraternidad, la amistad, la ayuda- solidaria hacia los necesitados, etc.
Cuando hablamos de "amor auténtico" entre un hombre y una mujer, nos referimos sólo a aquel amor que se da de manera exclusiva, fiel, fecunda y para siempre en el matrimonio. Pueden existir relaciones diferentes, pero al carecer de sus elementos esenciales que son la estabilidad, el verdadero compromiso y la fecundidad, el amor deja de ser total y por tanto no es pleno.
«Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1 Jn 4, 16).
La anterior cita bíblica sintetiza el sagrado vínculo entre Dios-Amor y la permanencia en Dios, suele sucedernos que al introducirnos en la experiencia religiosa experimentamos una comunión con Dios y efectivamente es de esa manera. Cristo nos mostró el camino del amor sintetizándolo en la atención que le brindamos a los otros, especialmente los más necesitados, no sería de extrañar que en la relación de los conyugues ese verdadero amor se visibilice en los momentos de enfermedad, escases u otras privaciones.
El Papa Francisco en la exhortación Amoris Laetitia indica lo siguiente:
9. Atravesemos entonces el umbral de esta casa serena, con su familia sentada en torno a la mesa festiva. En el centro encontramos la pareja del padre y de la madre con toda su historia de amor. En ellos se realiza aquel designio primordial que Cristo mismo evoca con intensidad: «¿No habéis leído que el Creador en el principio los creó hombre y mujer?» (Mt 19,4). Y se retoma el mandato del Génesis: «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne» (2,24).
11. La pareja que ama y genera la vida es la verdadera «escultura» viviente —no aquella de piedra u oro que el Decálogo prohíbe—, capaz de manifestar al Dios creador y salvador. Por eso el amor fecundo llega a ser el símbolo de las realidades íntimas de Dios.
El amor se recrea no es una realidad inamovible, crece y evoluciona constantemente. Los esposos deben ajustarse a esa realidad sin perder el cariño y olvidar los detalles y esfuerzos del enamoramiento. Efectivamente ese amor deberá consolidarse en la reconquista diaria, la búsqueda de la felicidad mutua y la vivencia de la madurez que acarrea el paso del tiempo.
Abrir los ojos del alma para deslumbrarnos con la gracia y belleza del ser del otro, es el reto conyugal que va más allá de las canas, arrugas y un sinnúmero de huellas dejadas por el tiempo que pueden ser superadas fácilmente cuando se ama con pureza y en auténtica oblación.
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La oración es una práctica muy poderosa que requiere perseverancia, humildad, fe y de manera muy especial, el reconocimiento de que tenemos a Dios como Padre amoroso que por encima de nuestras debilidades nos ama incondicionalmente. Cuando a Jesús le preguntan por la oración, respondió de la siguiente manera:
Les dijo: «Cuando recen, digan:
Padre, santificado sea tu Nombre,
venga tu Reino.
Danos cada día el pan que nos corresponde.
Perdónanos nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos
a todo el que nos debe.
Y no nos dejes caer en la tentación.»
(Lc.11,2-4)
Seguidamente abordaremos algunos conceptos muy importantes en relación a esta extraordinaria oración.
El Padre: Santificado sea tu nombre
El Reino de Dios que viene al mundo.
La petición del pan (plural, no solo el mío) de todos los días.
«A los que buscan el Reino y la justicia de Dios, Él les promete darles todo por añadidura. Todo en efecto pertenece a Dios: al que posee a Dios, nada le falta, si él mismo no falta a Dios» (San Cipriano de Cartago,
El perdón, petición y compromiso.
Actitud cristiana frente al mal en el mundo.
¡Qué difícil es perdonar a quien nos ha ofendido! Es lo que dijo el Papa Francisco improvisando durante la catequesis de este miércoles en la Audiencia General en la Plaza de San Pedro.
Al hablar de la oración del Padre Nuestro en la Misa, el Papa hizo la siguiente reflexión. “Para ser dignos de recibir el perdón de Dios nos comprometemos a perdonar a quien nos ha ofendido. Y esto no es fácil, ¿eh? Perdonar a las personas que nos han ofendido no es fácil, es una gracia que debemos pedir: ‘Señor, enséname a perdonar como tú me has perdonado a mí’. Pero es una gracia, con nuestras fuerzas no podemos”.
El Papa Francisco añadió que “de esta manera, mientras nos abre el corazón a Dios, el Padrenuestro nos dispone también al amor fraterno”. “En definitiva, pidamos a Dios que nos ‘libere del mal’ que nos separa de Él y nos divide respecto a nuestros hermanos”.
“Comprendamos bien que estas son peticiones muy convenientes para prepararnos a la Santa Comunión”.
Comparta con nosotros su consulta u opinión al correo mleiton@cedesdonbosco.ed.cr
Hoy en día vivimos de manera acelerada y a ratos no escuchamos los que otros tienen que decirnos respecto a varios temas de la cotidianidad que pasamos por alto, quiero compartir contigo cinco verdades que no ofenden pero que talvez nos incomodan cuando nos las dicen.
1.¡Pasas pegado al teléfono! Ciertamente los teléfonos celulares modificaron para siempre las relaciones sociales y la comunicación entre los seres humanos, a tal punto que se convirtieron en una extensión de la mano para muchos, no resulta extraño escuchar a alguien decir ¡tuve que volver a casa pues dejé el teléfono en ella! Aunque esto significara llagar tarde al trabajo e incluso perder alguna cita importante, comúnmente miramos videos de accidentes que sufren personas por el mal uso que dan al celular, absortos en una pantalla se les va la vida, algunos disfrutan de un paseo a la playa, montaña o incluso al extranjero pegados literalmente a su teléfono, resulta irónico, pero pasó más tiempo comentando el selfie tomado en el sitio histórico o icónico que disfrutando de él.
"Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón." (Mt 6, 21)
2.¡Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde! Típico de los que miran al amor de su vida en brazos de otro, sin lugar a dudas dejamos que las relaciones se desgasten al punto del olvido, sin embargo, el llanto y las quejas no serán suficientes para apaciguar el corazón de aquel que pierde lo valioso y luego se arrepiente. Valore lo que tiene… mientras lo tiene, recuerde que la vida no da garantías y mucho menos reembolsos, ame intensamente como si fuese el último día que tendrá consigo a los seres que ama, ciertamente pude ser el último.
“Quien cuida de la higuera comerá de sus frutos” (Pr 27,18)
3.¡Haga el bien sin mirar a quién! La vida da muchas vueltas y en ocasiones da sorpresas, la persona que hoy humillamos o maltratamos, mañana podría ser nuestro jefe o quién tenga en sus manos nuestro futuro, Jesús sintetizaba el amor al prójimo de la misma manera en que nos amamos, respetar a los demás y brindarles un trato justo y digno es la llave que abrirá muchas puertas en el porvenir. Como dice la canción “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…”
"Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien" (Lc 6,27)
4.¡Si se ve mal y huele mal: está mal! A mí me dijeron que no era delito… a todas luces y desde mucha distancia lo sabías, tu intuición te lo advertía, incluso aquel verdadero amigo te dijo ¡no se embarque! Pero pudo más la codicia, el dinero fácil, el creer que nadie se iba a enterar y un sinfín de pretextos que a la hora decisiva no suplen el dolor, la humillación, el sufrimiento de toda la familia, entre otros males. Si estás haciendo algo malo y sabes que lo es, detente ya, puede ser que aun estés a tiempo. Obviamente casos como la infidelidad, el engaño y otras traiciones, siempre traen consigo consecuencias dolorosas, no solo te haces daño si no que produces una herida que deja cicatriz para siempre en otros. Aunque resulte difícil has lo correcto y vivirás en paz, no tendrás que esconderte ni usar seudónimos para no ser reconocido, pues los que se meten en tinieblas para hacer lo malo poco a poco son absorbidos por ellas y pierden toda su luz.
"Pon tu alegría en el Señor, él te dará lo que ansió tu corazón." (Sal 37,4)
5.¡El tiempo es oro! Finalmente, mira tu reloj ¿Cuánto tiempo te ha tomado leer estas palabras? Puede que poco, sin embargo, tómalas como la oportunidad de cambiar, suelta el teléfono y mira a los ojos de quienes amas, ese tiempo es tan valioso que llegará el día en que lo darás todo por tenerle un minuto más a tu lado para decirle cuanto le amas, cuida lo que tienes, mañana puede ser de otro y esto aplica a mucho, tu pareja, familia, trabajo, amigos, etc. No deje para mañana el bien que puede hacer hoy, para lo bueno date prisa. Resiste la tentación pues un poco tiempo de placer se puede pagar con años de amargura y sufrimiento.
"Con la bondad y la fidelidad uno repara sus faltas, pero con el temor de Yavé se aleja del mal." (Pr 16,6)
Dios te bendiga.
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Hace unos días un amigo me escribió un pensamiento que les comparto:
“El hijo le pidió dinero para salir con sus amigos a comer una hamburguesa a una venta de comida rápida; La madre cavilo por un momento:
Se sintió desconcertada y algo en sus adentros le recordó lo difícil que fue cuando aún era joven, las luchas de sus padres para salir adelante en la crianza de ella y sus hermanos, lo limitado que vivían y tener que abstenerse a tan solo mirar y muchas veces desear sin caer en la codicia, cuando se le antojaba algo recordaba las advertencias de su mamá que le decía; Cuidado me piden algo ahora que salimos porque no tengo dinero, y solo callaba…
Pero a un niño o un joven él solo salir de casa, todo cambia, hay más tentaciones a gastar y a pedir, toda imagen sea de comida u otra cosa apela a nuestras avenidas del alma (sentidos, vista, olfato, tacto, gusto y otros…) y casi que quedamos vulnerables a ceder si no tenemos dominio propio.
Basta con ir a un supermercado y estos contratan servicios de demostraciones de alimentos y con una probadita muchos cedemos a adquirir algo que no contaba en nuestro presupuesto, o nos hemos topado con personas que al momento de cancelar su cara se demuda (cambia) y muchos hablan disparates o comentan sobre los precios y salen frustrados con las ganas de haber adquirido más cosas que a la larga no necesitan.
Prioridad, es una palabra que pocos la conocen pero que miles la ejercen, significa “ventaja” puede traducirse como orden, y preferencia por las cosas que realmente importan y tienen valor, y esto en todas las circunstancias de lo que vivimos. (estudio, familia, religión, salud etc.)
Que paso con la historia de la señora, claro, le dio el dinero deduciendo que “mi hijo” no va a pasar por lo que yo viví,
Aun sabiendo que en su casa en el refrigerador y alacena había lo necesario para calmar ese apetito, o más que un capricho.
Creo que a muchos nos ha pasado y nos identificamos con estas situaciones, pero… ¿Es lo correcto? ¿Con esto estamos efectivamente enseñando a nuestros hijos a establecer prioridades?
Bendiciones
Tu Amigo y hermano Orlando”
En la sociedad del consumo resulta un reto decir no, existe una especie de código que debe seguirse al pie de la letra para ser aceptado, quien se oponga al mismo conspira contra su propia interacción social.
En el evangelio según San Lucas encontramos la siguiente frase dicha por Jesús: "Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes"(Lc 12,15). Existe un peligro latente cuando se cree que con la posesión de bienes materiales podemos ser felices o peor aun cuando apartamos nuestra mirada de lo verdaderamente valioso “El Reino de los cielos” cegados por el “brillo” de la riqueza.
Por otro lado, el Señor nos advierte en el evangelio según San Mateo “Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt 6,20-21).
Las palabras del Maestro reflejan sin lugar a dudas un camino claro a seguir, no obstante, implica cruz y renuncia, ya que es evidente la incompatibilidad entre el amor a la riqueza y el amor a Dios, mostrar a los hijos el camino de la virtud, sabiduría y dominio propio no es fácil, nadie dijo que lo sería, seguidamente les compartimos algunos concejos prácticos para la educación de los niños.
Finalmente, mirando en retrospectiva la reflexión de don Orlando será necesario hacer un mayor esfuerzo en la educación de los niños de hoy para poder cifrar nuestras esperanzas en el mañana, las generaciones venideras enfrentarán retos aún mayores en la crianza de sus hijos. La oración y una participación activa y constante en la vida de Iglesia son los pilares que sustentan a la familia en aras de un mañana mejor.
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“En el mundo tendrán que sufrir, pero tengan valor yo he vencido al mundo" (Jn.16,33)
Al releer este pasaje del San Juan encontramos dos verdades innegables, el sufrimiento en el mundo y la victoria de Cristo. Para comprender a cabalidad la relación entre ambos será necesario hacernos la siguiente pregunta ¿Para qué tenemos que sufrir?
En primer lugar, recordemos que constantemente Jesús advierte a sus discípulos y por ende a todos nosotros que no debemos tener miedo. “Que no haya en ustedes angustia ni miedo” (Jn.14,27b) El concejo de Jesús es lógico, pues estamos en el mundo, pero no somos del mundo (Jn.15,19), vivimos rodeados de un ambiente que nos invita a pecar, seduciéndonos constantemente, tendiendo sus trampas y engaños permanentemente.
Nuestra frágil naturaleza puede experimentar dolor y sufrimiento, quebrantando incluso a los más espigados y fuertes. La aflicción en los hijos del Señor es constatable desde el Antiguo Testamento, el libro del Génesis presenta como Adán y Eva pecaron y la consecuencia de su pecado fue la expulsión del Edén (Gn.3,23) el denominado pecado original encarna la concupiscencia humana inclinándonos a la rebeldía y desobediencia mismas que tren consigo el sufrimiento y el dolor.
Sin embargo, existen otros sufrimientos que no provienen de nuestro pecado, "Dios, del que viene todo y que actúa en todo, quería introducir en la Gloria a un gran número de hijos, y le pareció bien hacer perfecto por medio del sufrimiento al que se hacía cargo de la salvación de todos;” (He.2, 10)" Cristo el cordero sin mancha muere sin culpa alguna y lo hace por amor a nosotros, sufre por nosotros, cuando nos preguntamos porqué a la gente buena le pasan las cosas malas debemos volcar nuestra mirada hacia la cruz y replantearnos la pregunta, no un porqué sino un para qué (ICor.15,14).
El sufrimiento surge de muchas maneras, pero la forma de encararlo es lo que hará la diferencia, "El mismo ha sido probado por medio del sufrimiento, por eso es capaz de ayudar a aquellos que son puestos a prueba" (He.2,18). Queda claro que las razones del sufrimiento son muchas y hasta misteriosas, pero es más claro que quien nos sostiene en los momentos de aflicción es el Señor, incluso al caer derrotados lo hacemos en la palma de su mano, encargándose de erguirnos para manifestar su gloria.
En la sociedad de la inmediatez y la vida fácil es contradictorio el sufrir, pero al estar pasando un momento amargo en la vida, la reacción instintiva será aferrarnos fuertemente de la mano del Maestro, como Pedro que mirando las aguas y escuchando la tormenta (apartó su mirada del Jesús) gritó “Señor, sálvame”(Mt.14,30b) recibió la ayuda en el momento justo, al transportarnos a esta escena descubrimos la razón del sufrimiento y angustia de Pedro, un pescador experimentado en las aguas no parece algo tan temible, pero sí cuando está hundiéndose en medio de la tormenta. Estar con el agua al cuello al borde de la muerte es como se sienten hoy muchos cristianos cuando les asfixian las deudas, los problemas matrimoniales, una enfermedad terminal e incluso la impotencia de mirar al ser amado postrado en una cama de hospital, existen muchas tormentas y muchos Pedros que gritan desesperados ¡Señor, sálvame!
Poner la mirada en Jesús y luchar por acercarme a Él es la actitud deseada frente a la adversidad, una madre de familia afligida comentaba: “mi hija se ha descarriado, se fue de la casa y está a merced de la calle, no sé que hacer…” Ya había recurrido a las autoridades, a sus familiares, incluso buscó internarle en un hospital psiquiátrico, pero nada resultó, sin duda esta madre estaba con el agua al cuello, cuando los esfuerzos humanos se agotan debemos poner la mirada en el Señor, llenarnos de Él, pedir que su Espíritu Santo nos cubra con su gracia, esto talvez no resuelva la rebeldía de la hija, pero dará la fuerza para seguir orando y esperando de la misma forma que el padre amoroso en la parábola conocida como “el hijo pródigo”. La oración no es mágica, en épocas difíciles será bálsamo que cura las heridas.
Finalmente, recuerda el concejo de Jesús, “tengan valor yo he vencido al mundo”. Si no tienes el valor pídelo, dile al Señor que necesitas su valor para perseverar, para no hundirte, habla con Dios diciendo: Tengo el agua al cuello como Pedro, ¡Sálvame! Date prisa en socorrernos. No abandones la oración, los sacramentos, reconcíliate con Dios y con tus hermanos, la batalla es dura, pero si Dios está con nosotros ¿Quién contra nosotros?
Jesús venció al mundo, pero recuerda que lo hizo pasando por la cruz, muriendo en el calvario y resucitando para mostrar su poder sobre la muerte, ánimo la última palabra la dice el Señor, no le digas a Dios lo grande de tus problemas, dile a tus problemas cuán grande es tu Dios, el eterno, victorioso, el mismo que liberó a Israel de su cautiverio en Egipto puede romper tus cadenas, vicios y ataduras, Él calla los vientos y las tempestades, los posibles son para los hombres y los imposibles para Dios.
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“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No existe otro mandamiento mayor que éstos» (Mc 12, 29-31).
Extraordinaria revelación la que Jesús nos da en este hermoso pasaje, cuando dice “No existe otro mandamiento mayor que éstos”.
El primero “amar al prójimo” y el segundo “amarse a si mismo”. En el abordaje de estos mandamientos me tomaré el atrevimiento de invertir el orden de los mismos, con el propósito de establecer el profundo vínculo que existe entre ambos y en función del amor propio.
Amarse uno mismo va más allá de sentir agrado por lo que se mira en el espejo, es una convicción de la autovaloración de mis múltiples riquezas, sentirme feliz siendo lo que soy sin dejar de construirme y mejorarme a diario. Hacer de mi felicidad una prioridad no es egoísmo es amor propio ya que el vaso estando vacío no es capaz de saciar la sed de quien lo busca para refrescarse, igual sucede con las personas que no se aman, se sienten inferiores o culpables de algo que han hecho, salta al momento una pregunta. Si no puedo ser feliz con mi mismo, ¿cómo podré ser feliz con los otros? La respuesta brota sencillamente, si me perdono, si me amo, si me tolero, si soy capaz de ser feliz con mis carencias puedo perdonar, amar, tolerar y ser feliz pese a las carencias de los otros.
Cuando al hacer algo me siento mal, despreciado, poco valorado o incluso ignorado debo llegar a la conclusión de no hacerlo, muchos individuos se atan a trabajos, personas y cosas que les hieren, olvidan que la dignidad es un regalo de Dios, que nos hizo a su imagen y semejanza, decir no, es en algunas instancias gritar “me amo”.
Con mucha frecuencia hacemos lo que creemos agrada a los otros sin pensar, si a mí verdaderamente me agrada, un dilema adolescente que aun en edades avanzadas esclaviza a muchos hombres y mujeres que viven pendientes de la aprobación de los demás, piensa… en algún momento hemos cercenado nuestra satisfacción y alegría por priorizar la de otros.
Si un padre se desprende del último bocado de pastel por amor a su hijo siente satisfacción pues ver a su pequeño feliz le produce un regocijo inexplicable, esta experiencia es muy diferente a la que percibe la persona que se somete a la humillación y el desprecio de otros por temor a contradecir o a defender sus derechos, se sienten tan poca cosa que aceptan que otros caminen sobre ellos con tal de no tener una confrontación, eso no es sabio, ni digno, es inaceptable, se requiere un despertar en el amor propio y la autoestima para decir ¡basta ya! Y exigir el respeto que se merece.
Así podemos comprender las palabras de Jesús, pues nadie da lo que no tiene, al amarnos a nosotros mismos dependemos exclusivamente del yo y punto, si en mi corazón puedo engendrar un amor propio inquebrantable podremos exportarlo a otros valorándolos, respetándolos, tolerándolos, así como él Señor nos enseñó.
Algunos pensarán que amarse es inmerecido, pero si tu no lo haces ¿quién lo hará? El amor propio es el combustible que enciende los motores del éxito, es la vacuna contra el desánimo, es el mejor escudo frente a la envidia y la depresión, no conozco a una persona que se ame a sí mismo y no ame a los otros, aquel que se valora mira las cicatrices como trofeos y señal de carácter, siendo capaz de extender la mano al caído, porque sabe lo que se siente estar ahí, pero más aún sabe cómo levantarse y recomenzar.
Te reto a mirar el espejo y exultar “yo valgo” soy el mejor fan de mi historia, el motivador que me conoce desde adentro, el poder del yo que se eleva desde la humildad, la sinceridad, la perseverancia y un incalculable poder para decir “te amo” porque soy libre de las ataduras que aprisionaban mi corazón, pues Cristo me ha hecho libre, Él me amó primero desde que estaba en el vientre de mi madre y me espera para encontrarnos en un regocijo eterno.
Hace unos días mientras impartía una clase a mis alumnos del último nivel de bachillerato, meditaba la profundidad de mis palabras y lo que para esos jóvenes de 18 años significaban. El tema abordado era ¿Qué es casarse? Siguiendo la recomendación del padre director del colegio católico donde trabajo abordé el tema desde el rito sacramental hasta el fundamento bíblico.
Con diecinueve años de matrimonio me sentía confiado de poder trasmitirles en esencia el significado de tan maravillosa alianza, sin embargo, esa pequeña tarea me llevó a reflexionar respecto al Sacramento y uno de los símbolos que se utilizan durante la celebración del mismo.
Los anillos parecen insignificantes muestras de metal que se llevan en el dedo anular, pero cuál es el significado del anillo y más aún que implica portarlo hoy en día, en el presente artículo abordaré algunos elementos que me llamaron la atención.
Desde mucho tiempo atrás culturas como la egipcia, judía, romana y otras ostentaban anillos con diferentes simbolismos, de diferentes metales, formas y fines se hicieron parte de la cotidianidad de las personas.
En el rito nupcial católico el sacerdote bendice los anillos diciendo:
"El Señor bendiga estos anillos que vais a entregaros uno al otro en señal de amor y de fidelidad" a lo cual los presentes respondemos: Amén
Que impresionante que después de dar el SÍ mutuo, el paso siguiente es la entrega de los anillos entre los nuevos esposos, signo de donación y entrega recíproca, aquí descansa el primer elemento de la bendición citada anteriormente “señal de amor” solamente alguien que está enamorado sería capaz de prometer amor eterno y no es lo mismo que el cliché cinematográfico de “vivieron felices por siempre”. El amor prometido en el altar con Dios como principal testigo debe ser capaz de permanecer durante la prosperidad y la adversidad, en la salud y en la enfermedad durante todos los días de la vida.
La segunda señal de los anillos es la fidelidad, una relación exclusiva e indisoluble que deberá permanecer blindada a los coqueteos, flirteos y múltiples tentaciones que aparecerán en el camino de los conyugues. Resulta determinante una convicción inquebrantable que garantice la protección del sagrado vínculo, donde el aguijón será repelido no cuando se presenta, sino mucho antes, cuando permaneciendo en la gracia de Dios y la oración constante se preparan para decir no, un NO contundente porque las diversas situaciones que merodean a la pareja los empujarán en direcciones opuestas, los problemas financieros, las discusiones, los temperamentos, los cambios hormonales, las “amistades” que influyen negativamente, una sociedad secularizada que ridiculiza a los cristianos fieles y exalta el adulterio, el engaño y la traición, bastará mirar por unos momentos la telenovela de moda y comprenderemos como lo ilícito se presenta como la norma, de forma atractiva, excitante, sexi y moderna.
Poner el anillo en el dedo anular del otro será el símbolo de que me pongo en sus manos para que me de ese amor prometido, ahí estaré seguro, confiado y palpitando hasta su corazón, sé que habrá diferentes momentos de la vida donde mirando el anillo sabrá que estoy a su lado, de forma incondicional, llevando las cargas juntos, llorando juntos, incluso si llegara a caer allí estaré. En definitiva, el anillo va más allá de una alhaja o unos cuantos quilates, se convierte en el recuerdo de la deuda de amor.
Prometer amor no son solo palabras, una vez que nace el vínculo matrimonial permanece hasta la muerte, es lamentable que hoy muchos conyugues esconden, guardan u ocultan sus anillos, en algunos casos en una especie de cuidado del objeto valioso, lamentablemente en la mayoría de las situaciones la finalidad es no aparentar compromiso y de esa forma estar abiertos a relaciones extramaritales o bien pretender una aparente soltería y de esa forma no ser cuestionados de comportamientos vergonzosos e inmorales, una sociedad que se jacta de infidelidades, aplaude los comportamientos lascivos y contrarios a los valores matrimoniales.
Sin embargo, ánimo hay esperanza, todavía quedan muchos que no sienten vergüenza de la alianza matrimonial y portan con orgullo un anillo hasta que la muerte los separe. Es en este momento cuando comprendo porque el nombre más apropiado para los anillos es “alianza”, más que un trato o una negociación civil, la alianza es para siempre, eso la hace única, irrepetible e indisoluble, así como Dios en el Horeb hace su alianza con Moisés y el pueblo de Israel, de la misma manera que Jesús vertiendo su sangre en el madero sella por siempre nuestra salvación, así los contrayentes funden sus vidas por encima de lo que les rodea, este es el lenguaje del verdadero amor, aquel que se da sin esperar nada a cambio, y en múltiples ocasiones dado o recibido inmerecidamente así como Dios nos ama.
En las relaciones interpersonales sé cree que el abandono es la separación física, cuando alguno de los integrantes de la familia tomas sus cosas y se va. Sin embargo, esa no es la única forma de abandono, también existe el abandono emocional que se da cuando un integrante del núcleo familiar pese a permanecer físicamente al lado de los otros niega el amor, el cariño, la atención y aplica la indiferencia, eso también es abandono.
La indiferencia consiste en dañar mediante la ausencia, el no intervenir o participar donde se le requiere, donde se espera de la persona algo, no sólo dejar de hacer, también cuando se ignora al otro en sus éxitos y sufrimientos.
Cuando en el hogar alguno de sus integrantes no hace lo que se espera de él o de ella daña las relaciones entre esposos, padres e hijos. La indiferencia no es una actitud pasiva, sino muy activa cuando se instala en el hogar se convierte en un veneno que lo afecta de manera grave, de a poquitos, pero mortal…
Poder determinar si este veneno está afectando la familia es crucial para intervenir y salvar las relaciones antes que sea demasiado tarde. Pero si él abandono emocional se ha colado en el hogar hay que mantener la calma. Lo primero es identificar si efectivamente este mortal agente tóxico se ha metido en la familia, los siguientes son algunos rasgos o síntomas que delatan su presencia.
Estos son solo algunos de los indicadores, pero pueden aparecer otros como lo son el adulterio, las drogas, las adicciones de todo tipo y otros lamentables males que erosionan el amor.
La buena noticia es que con la ayuda de Dios se puede luchar contra el abandono emocional y sus devastadores efectos, iniciando con un proceso de diálogo se puede sacar del refrigerador esas relaciones que se encuentran bajo cero, claro implicará un esfuerzo de todos para salvaguardar los vínculos sagrados que el Señor ha forjado desde el matrimonio o la paternidad y maternidad.
Se deben romper los muros de silencio y de indiferencia con amor, golpear al desamor donde más le duele, con el perdón, esa poderosa herramienta capaz de cambiar los corazones más duros como de piedra por unos de carne, sin el perdón es como tratar de botar un muro de concreto golpeándolo con la cabeza, imposible brindar un amor auténtico cuando en el corazón se guardan sentimientos opuestos.
Deberán acortarse las distancias y convertir nuevamente los espacios físicos en luminosas vitrinas donde brille lo bello en orden, limpieza y armonía.
Se pueden recuperar esas chispas de seducción entre los conyugues, esa alegría lozana del noviazgo que vuelva a florecer donde los hijos dejan de ser víctimas para convertirse en testigos del amor, llenando así los sendos vacíos emocionales con cariño, afecto y atención.
Renace la confianza, la compasión y la misericordia, entrelazándose nuevamente las metas y los sueños para dejar atrás las dolorosas situaciones que hirieron los corazones.
Buscar ayuda es imperativo, se requiere de un acompañamiento adecuado para superar el abandono emocional, no espere a que sea demasiado tarde, con Dios todo es posible.